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En lo personal, experimente el engaño. Sé lo difícil que es aceptar que alguien cercano, alguien a quien quieres, se aproveche de tu buena voluntad. Requiere mucha reflexión, y pasar por el dolor y la tristeza de reconstruir tus creencias. Pero al aceptar la verdad, obtienes un gran aprendizaje sobre las actitudes de quienes disfrutan del engaño.

Reflexión:

La  elección es tuya: ser el que acepta una mentira para no destruir sus ilusiones, o ser el sabio que recoge la experiencia y la integra en su vida.

¿Por qué creemos en las mentiras y nos cuesta aceptar la verdad?

Las personas se aferran a sus creencias para evitar enfrentarse a una verdad que podría destruir sus ilusiones. A menudo, las emociones y el autoengaño pesan más que la razón o la evidencia. Esto lo resume bien la frase: “La verdad no tiene defensa contra quien ha decidido creer una mentira por no ver sus ilusiones destruidas“. Es una resistencia psicológica ante realidades dolorosas o incómodas.

Todos, en algún momento, hemos sentido cómo se derrumba una ilusión al descubrir que fuimos engañados, o que nuestras creencias no eran tan ciertas como pensábamos. Un buen ejemplo son los líderes de empresas. Muchos no aceptan sus errores porque, como “jefes”, sienten que no se les permite fallar. Pero, ¿qué pasa cuando un líder no puede equivocarse? Prefieren ser tiranos con un “porque lo digo yo”, a enfrentarse a la verdad.

Esto también ocurre en otros ámbitos. Como padres, puede ser difícil aceptar que nuestros hijos tienen razón, simplemente porque somos los adultos. Es irónico, ya que no hay un título que te haga experto en ser padre. Los hermanos mayores contra los menores son otro buen ejemplo: cuando crecen, ambos aprenden de la vida y de sus propias experiencias, pero el mayor no siempre quiere aceptar que el menor también puede tener razón.

Y ni qué decir de los políticos… juegan en ligas mayores. Me pregunto: ¿cómo ven su vida, construida sobre mentiras y engaños?

La vida es un aprendizaje constante, y al final, los que realmente pierden son los mentirosos. Cuando aceptas que ha sido engañado, ellos pierden a su víctima y tú ganas la experiencia. Aprendes a cuestionar, porque quienes mienten a menudo se enredan en sus propias mentiras. A través de estas experiencias, adquieres sabiduría. Con el tiempo, puedes reconocer a quienes no son de fiar, y evitar caer en sus trampas.